miércoles, 5 de diciembre de 2012

En defensa de la represión

"Ulises y las sirenas"

Reprimir un instinto natural o una tendencia egoísta es una característica permanente de la vida social y un pilar de la civilización humana. La misma corteza prefrontal del ser humano evolucionó para responder a la exigencia de trabajar juntos, seguir normas, diferir gratificaciones y planificar a plazo más largo que los demás primates. Esta capacidad para la represión generalmente ha sido alabada por las corrientes religiosas y filosóficas (de Epicuro a Freud) más respetables, y solo ha sufrido de mala prensa en las últimas décadas, en especial gracias a los movimientos "contraculturales", como reflujo indeseable y descivilizador de las corrientes románticas del siglo XIX.

Ahora, los psicólogos están redescubriendo el valor de la represión, aunque lo llaman "autocontrol".

Según Roy Baumeister el autocontrol es una característica de la vida en sociedad relacionada con valores que normalmente apreciamos como el éxito en el trabajo, la salud mental y física, la buena conducta social y la longevidad. De hecho, de acuerdo con Beaumeister, es complicado identificar algún gran problema personal cuyo fracaso no incluya algún elemento de autocontrol. Hace poco hablábamos aquí mismo del "test de la nube", por lo visto un predictor decisivo del éxito y el fracaso personal desde una edad inquietantemente temprana. Las buena noticia es que el autocontrol es una especie de "músculo" mental que podemos ejercitar con ciertas restricciones, en línea con el cultivo aristotélico de las virtudes o la victoriana "construcción del carácter".

Dan Ariely también ha reflexionado recientemente sobre el valor que tienen los sacrificios desagradables cuando queremos alcanzar metas agradables y qué estrategias podemos desarrollar para reprimir malos hábitos.

Una cuestión en la que me interesaría profundizar es en qué medida influye la religión, o las alternativas filosóficas seculares, en el comportamiento autocontrolado. En general, mi impresión es que ninguna persona debería abandonar una religión simplemente porque impone restricciones morales a sus deseos. Esa sería realmente una pésima decisión, cuya consecuencia a menudo no se parece a ninguna forma aceptable de humanismo secular, sino a un "secularismo de supermercado".

martes, 4 de diciembre de 2012

¿Qué relación hay entre el veganismo y la salud mental?

El veganismo es una posición extrema difícil de encontrar en la evolución humana, con toda probabilidad porque una dieta enteramente vegeteriana no permite afrontar condiciones de stress corrientes, como cuidar un hijo o ir a la guerra. Por otra parte existen evidencias, aunque discutidas, de que la carne ha podido desempeñar un papel importante en el desarrollo de los grandes cerebros característicos en el género Homo.

Por lo visto, una dieta vegana no proporciona suficientes nutrientes elementales como la vitamina B12 y los ácidos grasos Omega 3. Con una población de vegetarianos en los países occidentales entre el 1 y el 3% (en países como India llega al 30%), hoy podemos proporcionarnos una parte de estos nutrientes a través de ciertos derivados de algas y suplementos de B12, pero es dudoso que puedan sustituir realmente a los nutrientes del alimento natural y, en cualquier caso, nada de esto ha estado disponible a lo largo de la evolución humana. Cuando el dentista y explorador Weston Price (1870-1948) viajó a las islas de los mares del Sur en busca de veganos, encontró consumidores de pescado y caníbales en su lugar. En su libro Nutrition and Physical degeneration, subrayó que las poblaciones influidas por el veganismo mostraban invariablemente mayores problemas dentales y otros inconvenientes sanitarios.